Texto antiguo pero vigente

No compensa sufrir, no compensa pensar un minuto, en el jefe inútil, el compañero mezquino, el corrupto político, en la sospechosa inclinación de la balanza.

No compensa la tristeza, ni para tejer con palabras los más bellos versos (ni que decir de los más cursis). No compensa el lamento, que es sufrir dos veces (salvo en el flamenco).

No compensa la libertad del náufrago, ni la flor estuchada, ni el pájaro hecho colchón.

No compensa el oro, el titulo, el nicho. No compensan las palabras de odio, las miradas vacías, la maquinación, ni el engaño.

No compensa el delito, ni mucho menos, la omisión. No compensan los espacios sin alma, los silencios sin besos, el pan sin sal, los enfados, los celos. Ni el humo, ni el fuego. Ni la hucha, ni el hacha.

No compensa el infarto, la úlcera, el dolor de cabeza, el diván de Freud, no salir del cáncer.

No compensa, casi nunca, pensárselo dos veces. Ya el sepulturero miró el reloj y la aguja da vértigo.

No compensa, en suma, no ser.

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